Tras 25 años, y habiendo utilizado distintos nombres, Madrid Nuevo Norte (la antigua Operación Chamartín) tampoco será realidad en esta legislatura. La construcción de más de 10.000 viviendas en lo que se prevé que sea el nuevo centro financiero de Madrid será uno de los asuntos pendientes para el próximo consistorio de la capital.
Esta operación urbanística, una de las mayores de Europa, pretende urbanizar una amplia zona del norte de Madrid que aún no está siendo usada. Para ello se pretende soterrar tanto la estación de Chamartín como las vías que salen de ella hacia el norte. Con dicho soterramiento se salvará la grieta que separa la zona en dos, pudiendo levantar grandes parques, viviendas, hoteles y centros de negocios.
En el día de ayer la alcaldesa Manuela Carmena convocó al resto de grupos para la aprobación definitiva de los permisos y dar el pistoletazo de salida a la construcción de esta operación. Sin embargo, la cercanía de las elecciones (y la posibilidad de que la actual regidora lo utilizara como un logro de su gestión) han llevado al resto de grupos a bloquear el acuerdo.
Este bloqueo a la urbanización de esta amplia zona de Madrid no es un problema reciente. Desde principios de los noventa en los que se surgió la idea, esta operación se ha visto entorpecida. La confluencia de terrenos cuyos propietarios eran diferentes administraciones públicas (la antigua RENFE, el Ayuntamiento de Madrid, etc) y particulares han obligado a reformular en varias ocasiones el proyecto de esta macroperación.
Desde el punto de vista del ciudadano, Madrid Nuevo Norte es cada día más necesario. La creciente demanda de viviendas en la zona metropolitana de Madrid (consecuencia de la afluencia de población buscando oportunidades laborales) y la parálisis de la oferta de nueva vivienda, han generado un crecimiento sin precedentes en los precios del alquiler. Aumentar los metros cuadrados disponibles para uso residencial se presume como una de las soluciones para rebajar estos precios.
En conclusión, la ampliación de Madrid al norte de la Castellana ha vuelto a verse encallado. La cercanía de la cita con las urnas ha llevado a los partidos a posponer una operación necesaria para la ciudad. La esperanza de muchos habitantes es que la próxima legislatura sea en la que finalmente este proyecto vea la luz.