Un ajuste estructural, según la definición que encontramos en Wikipedia, es “un término que se utiliza generalmente para describir los cambios de políticas implementados por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en países en desarrollo”. No obstante, llevamos mucho tiempo escuchando que son necesarios ajustes o reformas estructurales en nuestra economía y en la de muchos otros países avanzados. Por eso me pregunto si las medidas a tomar son las mismas en todos los países o dependen de una situación económica o de un nivel de desarrollo en particular.
Recuerdo que un profesor nos decía en clase “la estructura es lo que dura”, en contraposición con la coyuntura, que es limitada en el tiempo, al ser en realidad una situación en un momento determinado. Las reformas estructurales se supone que las tenemos que aplicar para que perduren, pero la ejecución final corresponde a instancias políticas o públicas que cambian periódicamente en cuanto a su composición o ideología. Por esto nos podemos preguntar también cómo podemos conseguir esa continuidad a largo plazo.
Otra cuestión que nos podemos plantear es, tal y como propugnan los críticos de este tipo de medidas, si se pone en peligro la soberanía nacional, ya que en el caso de que sea una organización exterior la que nos obligue a aplicar ajustes estructurales, en realidad lo que hace es dirigir nuestra política económica, o van más allá incluso, ya que inciden en aspectos como la sanidad o la educación.
Los ajustes estructurales, que nacieron con los llamados Programas de Ajuste Estructural (P.A.E.), eran en definitiva condiciones impuestas por el Banco Mundial para la concesión de préstamos. Se diseñaron en base a cinco paquetes de medidas económicas:
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Políticas de exportación, comercio e industria,
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Política agrícola,
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Política del sector financiero,
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Política del sector público
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Política redistributiva.
Sin embargo, en la actualidad se han convertido en una especie de píldoras milagrosas que, actuando como un médico con sus pacientes, nos recetan los prescriptores que analizan nuestra situación. Y que pueden ser tanto partidos políticos, como economistas a título individual, o bien distintas organizaciones (F.M.I., Unión Europea, entidades bancarias, etc.).
Por lo tanto, yo distinguiría dos tipos de ‘modelos’ en cuanto a las medidas estructurales propuestas: los que nos dicen “se deberían realizar esta serie de reformas estructurales…” (En forma de consejo), y los que afirman que “debes hacer las siguientes reformas estructurales” (en forma de imposición, sobre todo cuando nos dan un crédito, que no suelen ser pequeños. Ej. Léase el caso de Grecia).
Al fin y al cabo, cuando pedimos opinión a varios médicos no siempre puede que coincidan e incluso nos pueden aconsejar o recetar cosas diferentes aunque ustedes deciden. Al final, la economía al igual que la salud, puede ser fuerte o débil, estar enferma o sana, y en una proporción elevada su situación depende de nosotros mismos.