Existen tres elementos que cualquier persona, economista o no, por el bien de su futuro y el de su cartera debería conocer. Estos son las acciones, los bonos y los futuros, los tres jinetes de las finanzas. En el artículo de hoy trataremos de explicar qué son, para qué sirven y cómo funcionan cada uno de ellos.
Empecemos por el más común de todos ellos, las acciones. Estas no son más que la propiedad de la empresa dividida en diferentes cuotas, de modo que cuando un individuo posee una acción de una determinada compañía es por ende propietario de la empresa y pasa a llamarse entonces accionista. El accionista por el mero hecho de serlo adquiere ciertos derechos como son el derecho a voto en la junta de accionistas o el derecho a recibir parte de los beneficios de la empresa en forma de dividendos.
Cada acción tiene un precio de cotización diferente en cada momento dependiendo tanto de su oferta como de su demanda. Decimos que una acción es líquida cuando el propietario de esta la puede vender con facilidad en el mercado. Cuando el valor de las acciones sube nos encontramos en un mercado alcista, cuando sucede al contrario estamos en un mercado bajista.
El siguiente instrumento financiero a tratar es el bono. En la actualidad el mercado de bonos excede ya los 90 trillones de dólares, aunque muchos expertos hablan de una presente burbuja en este sector.
Un bono no es más que deuda que la empresa o estado emite con el objetivo de financiarse. Este está formado por tres elementos, el primero es el valor del principal, esto es el precio del bono. El segundo es el cupón, dicho de otra manera, el interés que percibe el dueño del bono por los riesgos y el tiempo que lo tiene en su cartera renunciando a bienes presentes y el tercer elemento es la madurez, la fecha a la que se espera recibir el interés y el principal del bono.
Llegamos ahora a los futuros, una clase de derivado financiero que históricamente ha estado estrechamente ligado a las commodities y que ahora es de crucial importancia no solo para el inversor sino también para sistema financiero como método de liquidez.
Mediante este derivado se permite comprar en el futuro el producto subyacente con un precio pactado en el presente. Sus precios y condiciones dependen siempre del activo subyacente y aunque se puede utilizar como método especulativo en su mayoría de veces se utiliza como hedging para poder protegernos contra diferentes riesgos que podamos tener frente al mercado. Al igual que con otros activos financieros como las acciones, se puede obtener beneficio de ellos tanto con posiciones alcistas como bajistas.
Estos tres elementos representan una importancia crucial en la cartera de cualquier inversor ya sea individual o colectivo. Por eso es importante entender cómo funcionan cada uno de ellos y que riesgos entrañan.