Una de las fuentes de financiación más importante para empresas y Estado es la emisión de deuda. Según el plazo de vencimiento de los activos emitidos con la obligación de pagar unos intereses pactados, podemos diferenciar entre activos monetarios y activos de renta fija.
En el mercado monetario se negocian los activos monetarios, con un vencimiento a corto plazo, no más de 18 meses. Debido a esta característica, se suele decir que el riesgo es más bajo que en otros mercados, ya que la incertidumbre sobre el impago del emisor es menor, y las fluctuaciones de precio ante variaciones del tipo de interés son menores. Entre los principales activos que integran los mercados monetarios podemos encontrar el dinero, los depósitos a la vista, los depósitos a plazo, las Letras del Tesoro y los pagarés de empresa.
Por otra parte, los activos de renta fija se emiten con plazos de vencimiento superiores a 18 meses, por lo que se sitúan en el mercado de capitales, junto a la renta variable. En cuanto al riesgo, en este caso es mayor, ya que cuanto mayor sea el plazo, mayor es la incertidumbre sobre cualquier variable, en concreto, sobre la evolución de la empresa emisora (riesgo de crédito), y sobre las fluctuaciones de los tipos de interés (riesgo de tipo de interés).
En este artículo nos queremos centrar en el riesgo de la renta fija, por tanto, vamos a detallar los dos riesgos que acabamos de mencionar, ya que son las principales contingencias que nos podemos encontrar si invertimos en este tipo de activos, que habitualmente son los llamados bonos convencionales, es decir, valores de renta fija que representan una parte alícuota de un préstamo, ya que el inversor pretende recibir unos intereses y la devolución del principal en un plazo acordado.
En primer lugar, hemos mencionado el riesgo de crédito, que es la probabilidad de que el emisor no cumpla con sus obligaciones que, en definitiva, son las de pagar los intereses y el principal; de la misma forma que los bancos estudian la solvencia de sus clientes, los adquirentes de renta fija exigirán un mayor tipo de interés si la percepción de riesgo es mayor. Con el fin de facilitar esa información y evitar, en gran medida, incertidumbres sobre estas operaciones financieras, nacieron las agencias de calificación y rating; no obstante, hay que tener en cuenta que representan una ayuda, pero no la garantía de que el pago se hará efectivo.
Las variables riesgo, rentabilidad exigida y precio están relacionadas entre sí, de forma que, si el riesgo del emisor es mayor, o presenta una menor solvencia, los compradores de activos exigirán un mayor interés, o, lo que es lo mismo, una mayor rentabilidad, y eso hará que el precio del activo disminuya, por el efecto conocido de oferta-demanda. Ocurrirá lo contrario si la solvencia es alta, es decir, a mayor seguridad o menor riesgo, los compradores se conformarán con ganar menos, pero la mayor demanda por esos activos tenderá a incrementar sus precios. La prima de riesgo es un índice que mide este concepto, ya que, en términos generales, mide el diferencial de tipo de interés de un activo determinado con respecto a otro índice o activo de menor riesgo o mayor solvencia.
En segundo lugar, existe el llamado riesgo de tipo de interés, ya que nos encontramos en un mercado en el que la oferta y demanda de bonos es dinámica y los tipos de interés cambian diariamente, por lo que esa curva que dibujan en el tiempo es variable. Además, existen otros factores como la liquidez o el riesgo de crédito, que también modifican esta variable. El ejemplo más cercano lo tenemos en esa prima de riesgo, que fluctúa en función de que el sentimiento de los inversores sea positivo o negativo hacia España, subiendo o bajando esa prima que está referenciada con el bono alemán. También hay que añadir que, si nos referimos a tramos largos en el tiempo, esta curva que dibujan los tipos de interés se verá influenciada por las expectativas que tengan los mercados sobre la evolución de la economía en el futuro, por lo que este factor también debe ser tenido en cuenta.
Existen fórmulas matemáticas que ayudan a medir la sensibilidad en la variación del precio de un bono por cada tanto por ciento de variación de los tipos de interés. En resumen, podemos decir que existen variables que modifican el precio y la rentabilidad de un activo de renta fija, como son una subida de los tipos de interés, que implicará una bajada de precios o, por el contrario, una bajada de los tipos supondrá una subida de los precios. Por otra parte, el incremento o disminución de la demanda también afectará al precio de ese activo, de forma que un aumento de la demanda bajará la remuneración que ofrecerá el emisor y, por tanto, la rentabilidad de ese título, y ocurrirá lo contrario si la demanda disminuye. Al final, como vemos, el riesgo siempre está presente en cualquier faceta de la vida y, como dice una conocida frase,…”cuando nada es seguro, todo es posible”; en economía, también.