Muchas personas, a día de hoy, colocan su ahorro a largo plazo en la inversión en ladrillo. Consideran que es el activo que más rentabilidad puede ofrecerles a largo plazo ajustado por la volatilidad. Por lo que cuando disponen de ahorros suficientes se lanzan a la compra de vivienda.
Entonces, cabe preguntarse: ¿por qué a día de hoy, tras haber vivido varias crisis inmobiliarias, sigue siendo una opción tan elegida? En primer lugar, porque son un mercado conocido por los inversores, más que la bolsa. En segundo lugar, porque ofrecen unos pagos periódicos (ingresos por alquiler). Y en tercer lugar, porque la gente suele ser más paciente en los movimientos de mercado que con otros activos.
Pero, ¿es esta inversión la más eficiente? Los activos inmobiliarios, por su naturaleza, presentan una serie de dificultades que otros activos susceptibles de inversión no tienen:
-
Menor liquidez. Convertir en dinero un inmueble a corto plazo sin asumir pérdidas significativas de valor es complicado
-
Barreras de entrada altas, dado que el precio de estos activos suele ser elevado. Esto expulsa de esta modalidad de inversión a aquellos ahorradores con patrimonio más bajo.
-
Costes de mantenimiento del activo. Los inmuebles están gravados por varios impuestos, el más conocido es el IBI. Además, el paso del tiempo lo deprecia, restándole valor u obligando a su propietario a gastar dinero para mantenerlo.
-
Dificultad en la diversificación, ya que para construir una cartera de inmuebles que este diversificada (viviendas, oficinas, locales…) es necesario contar con una gran cantidad de dinero.
Por el contrario, los fondos de inversión (o la inversión directa en acciones o bonos entre otros) subsanan las deficiencias que la construcción presenta:
-
Liquidez diaria en la gran mayoría.
-
No tienen barreras entradas. En muchos de ellos se puede acceder con una sola participación.
-
El paso del tiempo no solo no perjudica, sino que beneficia. La paciencia, si el fondo está bien seleccionado, permite al equipo gestor ejecutar su política de inversión y devolver retornos aceptables para los inversores. Además, cuentan con la ventaja de no tener que pagar a Hacienda hasta que el fondo no se rescata.
-
Diversificación. La suma de las aportaciones de todos los inversores permite al fondo estar diversificado en distintas clases de activos, con la ventaja para los inversores de “no tener todos los huevos en la misma cesta”.
Así pues, una estrategia de ahorro a largo plazo, cuyo objetivo sea preservar el poder adquisitivo (o incluso aumentarlo) debería estar dominada por la inversión en fondos (o directamente en los activos que estos contienen). Sí, aun así, el inversor quiere basar su inversión en activos inmobiliarios, tiene la opción de hacerlo con fondos de inversión inmobiliarios o a través de nuevas plataformas de economía colaborativa como Housers para tratar de solventar alguna de las dificultades antes vistas.