Cerrando la brecha salarial de género
La brecha salarial de género es la diferencia entre los ingresos brutos por hora de trabajo de todos los hombres trabajadores y todas las mujeres trabajadoras.
Según datos del Eurostat (2015), actualmente, las mujeres ganan un 16,3% menos que los hombres por hora en la Unión Europea. Esto quiere decir que por cada euro que gana un hombre, una mujer ganaría 84 céntimos, de modo que al final de un año, esto equivaldría a que las mujeres habrían trabajado unos dos meses gratis.
Esta brecha, según los datos estadísticos, es mayor según aumenta la edad, lo que podría llevarnos a pensar que la brecha cada vez es más pequeña.
En muchas ocasiones, se considera de forma errónea que esta diferencia salarial es inevitable por ciertas afirmaciones como:
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Las mujeres suelen tener más empleos a tiempo parcial.
– Esta afirmación es incorrecta, puesto que trabajar menos horas no implica menor salario si lo medimos en salario por hora como estamos haciendo.
- Las mujeres ganan menos porque eligen empleos que tienen menores ingresos.
– Nuestra segunda afirmación también es incorrecta, ya que se ha comprobado que ganan menos teniendo un trabajo totalmente equivalente, tanto en puestos cualificados como en no cualificados, existiendo dicha brecha en todos los sectores y ocupaciones.
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Las mujeres tienen menor formación que los hombres y por ello ganan menos.
– Última afirmación del todo incorrecta, puesto que hoy en día, el 60% de las personas graduadas son mujeres.
¿Qué hay realmente detrás de la brecha salarial de género?
Según diversos informes de la Unión Europea:
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Los hombres hacen más trabajos remunerados y las mujeres más trabajos que no se remuneran (como cuidados familiares o tareas domésticas).
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Las mujeres tienden a realizar más interrupciones de su carrera profesional para cuidar a los demás (hijos, padres y otros familiares), lo cual afecta a sus salarios y pensiones.
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Las mujeres no logran llegar a los cargos más altos de las empresas. Menos del 4% de los cargos directivos de las principales empresas son mujeres (es el efecto conocido como techo de cristal).
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Finalmente, a pesar de que la discriminación en el trabajo es ilegal en toda la UE, las cifras nos muestran que todavía existe; puesto que, si bien la discriminación directa es muy fácil de detectar, la discriminación indirecta puede darse en formas muy sutiles pero que acaban afectando y perjudicando a las retribuciones de las mujeres.
En los últimos años los avances han sido muchos, sólo en España desde el año 2002 hasta el 2015, la brecha salarial ha disminuido desde el 20,2% hasta el 14,9%, a pesar de los estragos de la crisis económica y vemos que según avanzan las generaciones, las diferencias se van aminorando.
Se han realizado muchos cambios desde diversos ámbitos como el jurídico, el político, el social y el económico, por ejemplo: consideración de la discriminación por razón de género ilegal, ampliación del permiso de paternidad, estrategias y objetivos a largo plazo como el aumento de mujeres en cargos directivos, políticas de discriminación positiva y un largo etcétera. Sin embargo, está claro que aún no se ha hecho lo suficiente.
¿Podemos hacer más para reducir la brecha salarial?
Por supuesto: desde la creación de un organismo de control ante las discriminaciones indirectas, hasta la actuación de los gobiernos nacionales, pasando por nuevas actuaciones legislativas, la propia demanda de trabajadores/as ante el más mínimo indicio de discriminación, duras sanciones ante incumplimientos y a su vez premiar e incentivar los logros.
En definitiva, ¿una parte negativa? Aún queda mucho por hacer para eliminar la brecha salarial; ¿la parte positiva? Estoy convencida de que en los próximos años conseguiremos cerrarla.