Una crisis, tres burbujas.
La crisis económica actual ha sido, normalmente, analizada como un evento singular y único. Sin embargo, el feroz periodo del que hasta hace poco tiempo hemos podido ser partícipes no ha sido un evento aislado y compacto, sino que se ha visto afectado por tres eventos que puestos en su conjunto han detonado uno de los mayores explosivos económicos que han existido a lo largo de la historia del comercio.
Buscar causantes ha sido en los últimos años más habitual que buscar soluciones. De manera habitual el primer causante en boca de todos los periodistas, economistas o políticos no son otros sino los bancos comerciales. Pero para ver si esto es verdaderamente cierto, deberíamos irnos a los primeros eslabones de la economía y del sistema monetario que hoy en día no son otros sino los bancos centrales de cada país o conjunto de países como puede ser el Banco Central Europeo. Estos bancos centrales manipulando y estableciendo los tipos de interés por debajo de su nivel natural provocaron que más tarde los bancos comerciales se lanzaran al negocio del crédito en general y de las hipotecas en particular. Sucedieron así, las tres burbujas de las que hablábamos al principio del artículo.
La primera, una burbuja financiera que se establecería como el primer eslabón de la crisis que estaba por venir. Esta burbuja financiera se deriva principalmente de una discrepancia entre los niveles de crédito o de endeudamiento con los niveles de ahorro. Siendo los niveles de deuda mucho mayores a los segundos. Podemos decir que el origen de esta expansión desmesurada del endeudamiento comienza a partir del año 2003. Si bien, el nivel de crédito del sector privado en general mantenía una tendencia creciente, el sector de la construcción en particular lo hacía de manera mucho más brusca. Y es por eso que más tarde el boom de la burbuja se centrará en el sector de inmobiliario.
Derivada de esta primera, llegaríamos a la burbuja productiva. Todo el crédito que se había expandido de manera desmesurada hizo que gran parte de los recursos se desviaran a producir un stock enorme de viviendas que no era necesario producir pues no existía una demanda real sino una falsa demanda inflada por el crédito.
Concluimos así en la tercera burbuja, mucho menos conocida pero igualmente importante ya que probablemente haya sido la causante a la hora de perdurar los efectos de la crisis. Hablamos ahora de la burbuja de gasto público. Como consecuencia de los años de falso crecimiento económico crecieron también los ingresos tributarios que percibía el estado. Fue entonces cuando los políticos se encontraron con una barra libre de gasto que derivó en esos no pocos casos de despilfarro bien conocidos por todos. Es aquí donde se crean todos esos aeropuertos, carreteras, u obras públicas que poca utilidad real tienen pero que afectan a los bolsillos de todos los contribuyentes.
Como ha podido observar el lector, no se trata de un único evento sino de una caída de piezas de dominó que unidas entre sí nos han llevado a una de las épocas más duras. No solo económicamente sino también socialmente. Sí bien, parece que la antigua Unión Europea comienza a salir de la resaca y camina ahora en la buena dirección con un crecimiento sostenido del empleo y una evolución favorable de los datos macroeconómicos.