Llevamos apenas unos meses desde la entrada de Trump en la casa blanca y el comercio exterior ya ha visto cómo sus horizontes se van cerrando. Abocado a un gran cambio en las reglas actuales, los tres tratados más importantes de los que forma parte o que se encuentran en proceso de negociación Estados Unidos son: el NAFTA, el TTIP y el TTP.
EEUU ha votado la creencia de que los tratados de comercio exterior les perjudican en favor del resto de naciones y que sólo sirven para aprovecharse de ellos. A día de hoy, da por hecho que la exportación es buena y la importación es mala, sin pararse a analizar los efectos de cada una de ellas en el desarrollo de una economía.
El TTIP es el tratado comercial que se encontraba negociando con Europa y del que el gobierno estadounidense ahora reniega pretendiendo renegociar bilateralmente con cada país. Pero esto no es posible debido a que los estados miembros de la unión delegaron ese cometido a Bruselas.
Como cada acción llevada a cabo en este campo perece que la nueva forma de hacer negocios de la administración Trump va dirigida a frenar el auge exportador de Alemania a quién ven como un enemigo natural para su llamada primera economía mundial.
En cuanto al tratado negociado con los países del pacífico la situación es la misma con la salvedad de que la intención es frenar China, una economía emergente muy potente a la que EEUU culpa de la pérdida de una gran parte de la industria manufacturera de su país. Esto es algo que lejos de estar demostrado, parece que es más culpa de la automatización puesto que se viene observando desde hace tiempo que aunque el empleo se reduce la productividad aumenta. China, por otra parte, puede contratacar intentando formar un acuerdo similar con los países miembros del TTP pero dejando de lado el mercado estadounidense.
El último tratado en riesgo es el NAFTA, un tratado de libre comercio que afecta a México y Canadá con los que EEUU pretende renegociar los términos del documento. Algo que seguramente no le resulte difícil debido a su cercanía con Canadá y a la dependencia de México de la industria estadounidense. Ya que gran parte de la industria manufacturera se ha externalizado hacia este país debido a los costes más bajos de la mano de obra y a la cercanía geográfica.
En definitiva, las normas e impuestos del comercio internacional parecen tambalearse con la nueva reforma impulsada por EEUU; uno de los países más globalizados y con mayor tráfico de entrada y salida de mercancías del mundo que ahora propone un modelo proteccionista. Un modelo que él mismo tumbó con anterioridad tras la creación primero del GATT y después de la OMC en una época de guerra fría en la que parecía que era su primera baza para postularse como el país más poderoso del mundo.