El desafío independentista catalán genera graves consecuencias económicas, no solo en la comunidad autónoma de Cataluña, que es la gran perjudicada, sino en todo el país.
Del mismo modo que con la crisis económica vemos cómo una parte de la población (poco más del 4% del total de los españoles, contando con que realmente sean 2 millones los independentistas), liderada por un sector político radical, provoca un efecto dominó que ya ha comenzado a tener consecuencias. Y el Gobierno ya adelanta que si se perpetúa, podría costar unos 130€ por cada residente en España en 2018.
Desde el mismo día 1 de octubre, bautizado como 1-O, ya comenzaron sus efectos con la caída de la Bolsa española, seguido de una huida de empresas que comenzó el siguiente día y que ya ha alcanzado cerca de las 2.500 a mediados de noviembre.
Los optimistas datos de previsión que lanzaban las principales instituciones económicas, con revisiones al alza del crecimiento, se ven ahora ensombrecidos por el impacto de la crisis política de Cataluña. El mismo Banco de España, que hizo una revisión al alza del crecimiento hasta el 3,1%, avisa ahora de que dicho crecimiento podría ser reducido hasta en un 60% si continúa la elevada incertidumbre.
Esta incertidumbre podría afectar a la confianza de los agentes económicos perjudicando al gasto y a la inversión (y con ello, también al empleo). Las familias pueden reducir el consumo y las empresas la inversión y las contrataciones.
Todos estos efectos, además, se extienden traspasando las fronteras y generando riesgos tanto a la inversión extranjera como al turismo. Ya se han manifestado graves caídas de la ocupación en el sector hotelero que, por supuesto, también conlleva consecuencias en los comercios locales de la comunidad catalana. Casi 2/3 de los autónomos catalanes ya afirman haber visto afectadas sus ventas.
Otro motivo que perjudica a las ventas de Cataluña (e indirectamente al resto de comunidades autónomas españolas) es la campaña de boicot a los productos catalanes; una campaña que perjudica tanto a catalanes no independentistas como al resto de empresarios españoles. En Cataluña el sector primario tiene un peso muy reducido (3%) y las materias primas o productos no elaborados los compran en otras comunidades en las que el sector primario tiene un mayor peso, que coinciden con las regiones más pobres y con menor PIB per cápita.
Si toda esta incertidumbre se mantiene durante más tiempo, seguirá afectando de modo negativo a todos estos factores en España y, especialmente, en Cataluña; es por ello por lo que se espera una rápida vuelta a la normalidad, minimizando los riesgos y las consecuencias en la economía, puesto que, como estamos comprobando, el desafío independentista no es un juego de suma cero sino que perjudica a todos y su duración será la que determine la cuantía de estas pérdidas.